MACARENA PÉREZ EM2 MADRID| Pág. 66 EL MUNDO
Las grandes ideas son aquellas de las que lo único que sorprende es que no hayan ocurrido antes. Y cuando creatividad y negocio van unidos, lo importante no es la cantidad, sino dar con la apuesta oportuna. Madrid es una pista de pruebas para ello y un ejemplo de innovación. Sus barrios y costumbres mudan de piel continuamente.
En el caso de la hostelería, los últimos años han servido de trampolín para el ingenio emprendedor. La crisis quizás obliga a mirar a otros países o a atreverse con algo diferente al negocio de toda la vida. Cuando tomar un café sin más parece algo anticuado, los locales temáticos cogen fuerza. Algunos suman décadas de reinado, otros nacen ahora. Eso sí, siempre ajenos a las modas y con una proyección más allá del puro afán de lucro que pasa por reivindicar espacios dinámicos en los que el arte y la libre expresión se convierten en su carta de presentación.
Es el caso de la cafetería La Bicicleta Cycling Café & Workplace (plaza de San Ildefonso,9), un oasis para ciclistas urbanos en pleno barrio de Malasaña, que abrió sus puertas el pasado 21 de diciembre. Sus dueños, Quique Arias y Tamara Marqués, llevaban más de dos años amasando el proyecto.
Lo suyo fue amor a primera vista cuando conocieron los dos locales en los que iban a plasmar la iniciativa. Un antiguo despacho de loterías y una discoteca de principios de los 80 fueron los últimos negocios, tras los cuales vinieron casi 30 años de vacío. Ellos se encargaron de la reforma y de unir ambos espacios. «La primera vez que oí hablar de un proyecto así fue en Riga, aunque otras ciudades como Londres o Berlín funcionan también como referencia europea en este tipo de propuestas», explica Quique.
Así llegó a Madrid el primer cycling café, una aventura sobre ruedas que incluye triple ración de ingredientes: café, arte y lo más importante, las bicicletas. «Es un espacio activo, promovemos el uso de la bici en la capital. Organizamos eventos y actividades como rutas arquitectónicas o cursos de mecánica básica para ciclistas», relatan. «Contamos también con un banco de herramientas para hacer algún arreglo». El arte tiene su propio rincón en la planta baja con una sala para exposiciones. Ahora es el turno de Bike to Life, un experimento tipográfico y fotográfico de diseño, pero cada mes y medio aproximadamente la cultura ciclista rotará.
Como no podía ser de otra forma, la decoración es su sello de identidad. Varias bicicletas cedidas por algunos locales cercanos dan el toque ciclista al espacio. Un estilo vintage representado por un curioso mobiliario como mesas del cole, sofás de segunda mano o pequeñas joyas rescatadas de la calle o de casas de difuntos. Además, en una pequeña estantería se encuentran distintas publicaciones y libros relacionados con el mundo del pedal. Su utilidad como workplace le otorga también al local un aire especial. Mesas con enchufes pegadas a los grandes ventanales que recorren el espacio y con pequeñas cajoneras con cerradura para poder dejar el portátil o los apuntes a buen recaudo. Y los que se desplacen hasta allí con su vehículo más querido, la bicicleta, no tendrán problema en aparcar dentro.
Una carta variada que incluye ofertas culinarias que van desde las ensaladas hasta sandwiches temáticos como el Contador, el Indurain, el Delgado o el Especial Bicileta, con queso de cabra, jamón ibérico, rúcula y tomate beef.
«Hemos creado una gran familia. El mayor piropo para este negocio ha sido que desde la primera vez que viene alguien se queda cautivado y repite incluso cinco o seis veces por semana. Está rompiendo todas las expectativas», asegura Quique. «Madrid es una ciudad apta para ir en bici, lo único que falta es una mayor concienciación y quitarse los miedos», sentencia Tamara.
Y para los ciclistas urbanos con ganas de más, en la calle de Palma, 49, se encuentra el Toma Café. Dicen que entre sus paredes se esconde el mejor café de Madrid. La especialidad de este minúsculo local en Malasaña es el expresso, aunque gracias a su máquina Marzocco GB5, las variedades van desde el clásico ristretto hasta el más sofisticado caramel macchiato. Además, cualquier cliente puede entrar pedaleando, ya que las bicis son siempre bienvenidas.
El recorrido podría continuar a tan sólo unos metros de distancia, en el ceramicafé Pinta En Copas (calle de Velarde, 3). Esta idea exportada de Estados Unidos hace ya 10 años tiene un sencillo procedimiento. En sus estanterías, unos 150 modelos de piezas de arcilla blanca cocida esperan a ser pintadas. Los interesados sólo tienen que escoger utensilios, ponerse manos a la obra y, unos días después, recoger su preciada creación, que espera en el escaparate del local. Todo ello regado con café y té.
«Antes se salía a tomar copas por aquí, ahora el barrio se ha convertido en una zona de tiendas vintage y sitios especiales como el nuestro. Nos va bien porque llevamos muchos años, pero al principio fue terrible y eso que empezamos en época de vacas gordas», explica una de sus impulsoras, Ghizlane Mouatamid. «En estos momentos es más fácil entender algo que se sale de lo típico porque hay muchas cosas. Pero entonces era imposible, sólo empezó a funcionar por el boca a boca», añade.
Una curiosa alternativa apta para todos los públicos. «No tienes que ser un manitas, todo lo contrario. Esto es llegar, pintar, marcharse y, si te gusta, vuelves cuando quieras. Casi todo el mundo que lo prueba repite, aunque no sepan ni combinar colores el resultado es, como mínimo, divertido», afirma Ghizlane. «Uno puede escribir cualquier cosa, dura para siempre. Tienen mucho éxito las despedidas de soltero y los cumpleaños. Hasta han venido a celebrar un divorcio. Y no son piezas para poner encima de la tele, sino que se usan para comer, beber…».
Y esta ética denominada DIY (Do it yourself), se extiende también a la calle de San Pedro ,7. Una forma de autoproducción textil también con el café como excusa. Teté Café Costura es la creación de Teresa Barrera, una estilista de televisión de Zaragoza que vive en Madrid desde hace 12 años. «Me hablaron de que en Berlín alquilaban máquinas de coser por horas y me pareció una idea divertida y original», cuenta.
Abrió sus puertas el 19 de mayo de 2011 en un local en el que antes lucían numerosas estanterías de libros antiguos. Un detalle «que le da muy buen feeling a nuestra tienda». El proyecto es pionero en España. «Puedes venir a tomarte un café o un té con pastas, alquilar una máquina de coser o asistir a uno de nuestros cursos, como las clases de ganchillo. Cada mes variamos la programación. En marzo habrá un taller para realizar alpargatas en el que podrás llevártelas puestas, un monográfico para hacer un corsé y otro para hacer una corbata unisex», explica su creadora.
Además, Teresa expone en la tienda su propia colección de ropa upcicling, donde a partir de una prenda en desuso o vintage se crea una nueva pieza. Aunque el espacio también acoge la presencia de otros artistas. «Contamos con Assad Awad, diseñador de Lady Gaga y Madonna, que compartió con nosotros un taller para la realización de unas gafas; con Natalio Martín, diseñador de calzado, o con Pablo Gens, diseñador de moda de la firma Kreativakollective y profesor de nuestro curso de patronaje».
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PINTA EN COPAS
Este local de la calle de Velarde, 3, ha cumplido ya una década desde que abrió sus puertas por primera vez. Una parada casi obligada para los amantes de la artesanía con ganas de pasarlo bien, que sólo tienen que elegir una pieza y decorarla a su gusto.
LA BICICLETA
A pesar de sus sólo dos meses de antigüedad cuenta ya con un número de clientes fijos que no dudan en pasear sus bicis por el local o acudir a sus cursos de mecánica mientras se toman un café o teclean en sus portátiles.
TETÉ CAFÉ COSTURA
Un lugar especial donde dar rienda suelta a la imaginación y tomar un café mientras alquilas unas de sus máquinas de coser y creas tu propia línea textil o aprendes ganchillo en uno de sus múltiples cursos, que se renuevan mensualmente.